lunes, 18 de abril de 2011

¿Ahora qué? ¿Entre iguales?

 Luchas, reivindicaciones, logros, reconocimiento, aceptación. Las mujeres históricamente hemos tenido una labor titánica, ser respetadas, reconocidas y hasta queridas han sido algunas de las profundas batallas en contra de un orden social pensado, ideado y ejecutado por hombres y para hombres. Ya me parece bastante cruel.

 Salir a la calle, abrirnos espacios en el aparato productivo, ocupan gran parte de nuestro día. Sin embargo, este hecho no nos aparta de nuestras responsabilidades del hogar, quehaceres domésticos, crianza de hijos, atención a la pareja y el largo etcétera que significa el cuidado femenino, para salir al día siguiente como si del primer día de trabajo de la historia se tratara. Nada fácil, no?

 Competir diariamente en nuestras áreas de conocimiento y generar aportes significativos son solo algunas de las tareas que a diario nos esperan sentadas en la silla del  escritorio. Teléfono atento esperando ser contestado por una diáfana voz, que proporcione la información requerida de manera cordial. Esa voz debe servir para que ya su interlocutor genere una proyección de lo que verá al llegar a esa oficina, en caso de tener que ir personalmente. Se asoma un formato de esclavitud, que incluye en muchos casos tortura.
 Somos diariamente acechadas por un sin fin de tendencias de moda, códigos corporativos de vestimenta, bombardeo publicitario intravenoso, estéticas corporales, estereotipos de belleza en su mayoría fraudulentos, meras estafas.

   Justo acá es que inicia una batalla de supervivencia sin igual. Debemos estar dentro de los estándares de belleza, delgadas y elegantes, con el vestir indicado, cabello y accesorios incluidos. Comienza la deslealtad entre iguales. No estar en el peso ideal es una falta profunda e inolvidable, como si de un delito se tratase. La solidaridad es un término extinto dentro la dinámica cultural femenina -a mi modo de ver, las inseguridades siempre se transparentan- A nuestra carrera diaria por ser reconocidas y respetadas en nuestros cargos debemos sumar la perversa disputa por ser la más delgada y la mejor vestida.

   Se van quedando de lado, en el terreno de las rarezas, las particularidades de cada mujer, pues vamos asumiendo un patrón único de belleza, de comportamiento, de vida. Pareciera que la belleza en sus manifestaciones más diversas fuese materia olvidada, o nunca aprendida e interiorizada. La comodidad en el vestir y calzar, adecuándola a nuestro clima, tienen ese semblante de utopía anacrónica.

  La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres sigue siendo cuestionable, la violencia de género suma cada día más víctimas, en muchas sociedades aún somos cosificadas y banalizadas, en el peor de los casos culturalmente invisibilizadas; con este escenario, que si bien está lleno de logros también lo está de debates pendientes, le sumamos el trágico filtro social inventado desde el mismo entramado cultural creado por hombres  pero esta vez ejecutado por mujeres, en la mayoría de los casos nosotras mismas nos encargamos de aniquilar  a esas que, en el devenir del tiempo, han sido las compañeras de una misma lucha, millones de caras de un mismo lado de la moneda. No nos reconocemos a sí mismas, no nos miramos.

 Nada de aleccionar, no se trata de feminismo ni duro ni suave, mera realidad que se camina por los pasillos de cualquier centro de trabajo o de estudio, belleza injusta o injusta belleza, da igual.

¿Nosotras contra nosotras?

La historia de luchas continua,  también entre iguales...


   

miércoles, 2 de febrero de 2011

De minorías, miserias y confusiones.

    Siempre en política se deja escuchar aquel principio democrático " la mayoría decide", dejando claro el destino de las minorías, de aquellos que piensan distinto. Deben plegarse y así preservar la sana convivencia. Sin embargo, existe una gran variedad de mecanismos que les permite - a esa minoría- defender y trabajar por sus convicciones, pues si algo todos tenemos es poder de decisión y acción. Pero siguen siendo minorías, lo cual puede ser sinónimo de ignorado, de irrespetado,  gozan de cierta transparencia social que los mantiene tras el espejo. 
   El juego entre mayoría y minoría se traspola a todos los ámbitos de la vida, por aquello de que alguien debe señalar el camino. Y quién lo puede hacer mejor que la mayoría? sector compuesto por un grupo numeroso de personas, las cuales  comparten "normas y principios" que garantizan prácticas sociales si no homogéneas,  bastante similares. ¿Todos conformes?
  Las complicaciones aparecen en el momento en que las minorías muestran señales de asfixia, pues las normas de los que son más, no les permiten generar su propio orden de vida, mejor dicho, es más fácil atropellar al que se muestra y vive diferente e imponerle fórmulas para llevar una vida "socialmente aceptable", que sentarse y establecer normas de tolerancia.
   Esta forma de vivir nos ha llevado a ver las más diversas injusticias, y es que al parecer es muy difícil generar un sistema de convivencia basada en el respeto por la diferencia y el aprovechamiento de la misma. Si es distinto es enemigo, es malo. Si no piensa como yo está equivocado y debo tratar de convencerlo para que piense, vista, coma, hable y ame como yo.
  Hay muchos grupos minoritarios, todos con la misma necesidad de ser reconocidos y respetados, pero en este ejercicio de escritura solo me referiré a las minorías sexuales. 
   Sector históricamente maltratado, humillado, invisibilizado , solo por tener preferencias sexuales distintas o contrarias a la inclinación socio-sexual propuesta por la mayoría, quienes gozan del apoyo desde los religiosos en sus diferentes iglesias hasta aquel que para ofender le dice a cualquiera "marico" o "marimacha" (solo por mencionar estos y no la larga lista de denominaciones absurdas que son usadas por muchos). Sí, esos términos despectivos e hirientes son usados como insulto, partiendo de que es una afrenta a la "moral" que un hombre guste de otro y que una mujer se enamore de una de su mismo género. Porque ser heterosexual es lo socialmente correcto, pues "hombre y mujer fueron creados para reproducirse y complementarse", porque fornicar solo por placer es pecado, como si el amor tuviese formulas a seguir y la sencilla condición de ser heterosexual te hiciera automáticamente feliz. Para vivir el amor y ser feliz son muchos los senderos que se pueden recorrer.
   No se miden las capacidades intelectuales, profesionales o sociales por la preferencia sexual. Eso sería  creer que los heterosexuales tienen mayor capacidad para desarrollarse que los homosexuales o bisexuales. Aún podemos ver maltratos en universidades, oficinas y en cualquier lugar público por ser homosexual. Quién no ha escuchado "canta lindo pero es gay" "es buena gente pero es raro"?  
  Aunque creo que hay otras preguntas más difíciles de abordar, ¿cuántos heterosexuales hay por convicción y no por imposición social? ¿cuántos hombres y mujeres cuestionan su sexualidad sinceramente? ¿hombres y mujeres piensan en su sexualidad conscientemente?
   He tenido la dicha de convivir con heterosexuales y homosexuales hombres y mujeres. La razones por las que puedo quererlos u odiarlos no tienen que ver con quien se acueste en su cama, ya que detestaría ser evaluada y etiquetada solo por ser heterosexual. Son otros los aspectos que tomo en cuenta: lealtad, sinceridad, afecto, inteligencia, sensibilidad. Eso no  se consigue exclusivamente en heterosexuales, la bondad y maldad son inherentes al ser humano sin detenerse en la sexualidad. 
   Muchos actúan desde la ignorancia y el temor que, como en muchos casos, van de la mano. Pretendemos vivir en un mundo homogéneo donde no haya necesidad de ejercitar la capacidad de respeto y tolerancia, donde  la infidelidad  y la extensa cadena de maltratos entre parejas heterosexuales es vista como algo más o menos normal, socialmente tolerable.
  Bien por aquellos y aquellas que se ven al espejo y saben quienes son y lo que valen, sin pensar si les gusta alguno o alguna de su mismo sexo. Valemos por quienes somos y no por quien nos satisface en la cama. 
  Los invito a que nos veamos, a respetar, a querer sin pensar en la sexualidad de nuestros amigos o familiares . Que heterosexuales y homosexuales queremos y luchamos por lo mismo:

Respeto, cariño, comprensión, amor...

   La diversidad sexual tiene un largo camino de discusión por delante, debemos hacerlo con eficiencia y con la firme convicción de mejorar las experiencias de vida de todos los involucrados.

A vivir en respeto y diversidad