sábado, 18 de septiembre de 2010

Entrelibros te veas


   La humanidad ha estado marcada por innumerables procesos culturales resultantes de posiciones maniqueas o extremas, como se les quiera llamar. Pudiera hacer toda una disertación sobre el maniqueísmo sus causas y consecuencias en el devenir de la historia, sin embargo, mi interés se centra en un aspecto muy particular de la práctica maniqueista en la actualidad. Para nadie es novedad aquello de malo o bueno, blanco o negro, conmigo o en mi contra y muchas tantas expresiones que hemos incorporado en nuestro argot diario con las cuales expresamos nuestra posición innegociable ante una temática, persona o situación específica. Pues bien, esas son expresiones que resumen la forma extremista que tenemos de asumir la vida en términos generales, a eso se refiere el maniqueísmo. Así abordamos las realidades que nos rodean, ya sean políticas, sociales, económicas o psicológicas. Las personas son buenas o malas, las situaciones son buenas o malas, si no me apoyas estás en mi contra.
   No vemos posibilidad de coexistencia y mucho menos convivencia de elementos diversos dentro de una misma realidad o llegado el caso una persona, todo debe estar en estado "puro" sin matices, no hay posibilidades de complementar contenidos para hacer realidades más ricas, depurar experiencias usando diversidad de elementos garantizando la mayor cantidad de beneficios.
   Esto ha tocado fenómenos actuales y de gran vigencia. Los libros electrónicos.
Actualmente está muy en el tapete el tema de los libros electrónicos y sus dispositivos, son muchas las aristas para dirigir discusiones sobre este tópico; propiedad intelectual, derechos de autor, formatos de lectura, casas editoriales, imprentas, hábitos de lectura, purismo, purismo y más purismo.
   Los que desarrollan la nueva tecnología de lectores electrónicos o e-readers están dedicados a trabajar para ofrecer los mejores lectores y así garantizar al usuario un dispositivo confortable y confiable, sin dejar de lado la respectiva compaña publicitaria necesaria para lograr el posicionamiento del producto.
   Por otro lado las casas editoriales, responsables en gran porcentaje de los libros que leemos en formato tradicional, están en su propia campaña publicitaria dirigida a satanizar la existencia del nuevo formato, bien sea por temor a menguar ante lo nuevo o por defender posiciones puristas a ultranza.
   La situación es propicia para pedirnos una posición ante la nueva realidad. Eso es lo que siempre se exige, una posición. Muchas son las encuestas que sobre este tema se han hecho, muchos los artículos que se han escrito y la tendencia de casi todos es defender uno u otro formato, muy rara vez plantear una posible y armónica convivencia. Si uno existe el otro dejará de hacerlo. Quisiera que alguien me dijera cuál manifestación artística desapareció luego de la explosión de los medios de comunicación masivos, quién solapó a quién. Detrás de estas posiciones extremas encontramos un sin fin de intereses que no siempre guardan relación con el beneficio de los usuarios o consumidores de tal o cual servicio. Los fabricantes de lectores electrónicos defienden los intereses de inversionistas, las casas editoriales defienden los intereses de un negocio que se supo siempre sin competencia, ¿y los lectores?
   Muchos han olvidado las infinitas posibilidades existentes en un solo ser humano, el poder de decisión de cada uno, los gustos, las preferencias, ritmos de vida y sobretodo las necesidades.
Me pregunto, en realidad qué es lo que importa acá, el formato de la lectura o que no se pierda el hábito de leer? Soy lectora en ambos formatos. Cuando leo un libro en papel me embriago en su aroma que me habla de una larga tradición y del trabajo arduo de mucha gente, me encanta toquetear las letras y manosear el papel mientras el libro entra por mis ojos. Lo disfruto inmensamente. Cuando leo un libro electrónico me embriago en tecnología y disfruto infinitamente el hecho de leer en un formato distinto, toqueteo mi lector o monitor mientras las letras se adueñan de toda mi atención. Y es que lo que más me importa es leer, el formato no es mi principal preocupación, quizá por el hecho de no tener intereses económicos detrás de mi deseo de leer, pero ésta es la condición de la mayoría de los lectores.
   Existen varios factores subyacentes en este asunto. Nuestra resistencia al cambio nos hace tomar las posiciones más extremas y en muchos casos las más absurdas. Hay espacio para todos los formatos que quieran inventar, siempre habrá quien guste más de los libros en papel y los prefiera por sobre todos los formatos existentes. Siempre habrá quien quiera disfrutar de los avances tecnológicos y no suelte su e-reader.
   Convivencia es lo que se necesita no confrontación ni descalificación. Hay para todos. Mi única sugerencia a los lectores es: no se dejen apabullar por los formatos, lean, devoren libros, eso es lo que nos hace lectores.

Apuesto siempre a la diversidad en cualquiera de sus manifestaciones, es mi premisa.

5 comentarios:

  1. Excelente post sobre un tema que me ha llevado a la reflexión últimamente también. Cada vez que me meto en Amazon.de, donde alguna vez compré un libro, me invade la publicidad sobre los e-readers. En las librerías que visito aquí en Alemania, no sólo los tradicionales libros de diversos géneros están allí disponibles, sino que cada vez se ve un mayor espacio para los "Hörbücher" (audio libros).
    La resistencia al cambio es una reacción muy natural, por lo que confieso, no sin algo de pena, que he tendido hacia el purismo con esto de los formatos. Pero luego, pensando como tú, me doy cuenta de que el formato es sólo eso, formato. Cómo no, con su encanto y particularidades insustituibles, pero, al fin y al cabo, es sólo la forma en que está presentado.
    ¿A quién engaño? ¡Rara vez compro un periódico cuando hoy en día puedo leerlo en Internet! Llevo algún libro conmigo cuando hago viajes largos en tren, pero también llevo mi laptop, así que hace tiempo que me he adaptado, casi sin darme cuenta.
    El reto es dejar el maniqueísmo, como dices tú, y evaluar primero quién se beneficia cuando una nueva tecnología aparece. Los intereses económicos de unos y otros son innegables, pero si se logra con esto que más gente lea... ¡bienvenido el cambio entonces!

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  2. José Rafael Fariñas19 de septiembre de 2010, 14:31

    Te felicito Yisbel, es un excelente post acerca de un tema muy en boga en estos tiempos. Como tú, yo deboro libros y realmente el formato no es lo que me quita el sueño; por supuesto adoro el olor del papel y las notas y subrayados en los libros tradicionales. Coincido contigo,lo que importa es la pasión por la lectura, de lo demás nos ocupamos luego. Al final de este debate, seguirán habiendo escritores, ideas, formatos -cualquiera sea- y por supuesto seguirán habiendo libros para beneplacito de nosotros los lectores. Un abrazo y una vez más, ¡felicitaciones!

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  3. Gracias por los comentarios y por nutrir un tema tan rico en visiones y posturas. Un abrazo para ambos.

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  4. Creo que fue el gran musicólogo francés Jacques Chailley quien dijo que a los libros había que respetarlos rayándolos: esa es una forma de dejar huella de la huella que un libro a dejado en uno. Si es electrónico, pues ya vendrán las formas de intervenirlo, de poseerlo, de dejar nuestro propio surco. Coincido con todos los que han comentado hasta ahora, lo del formato es lo de menos, lo que importa es el poder evocador de la lectura: no solo se puede rayar, podemos memorizar pasajes o libros enteros (¿Farenheit 451?), hablar de ellos con amigos, con tu compañera de vida... En fin, la vida de un libro no depende de su formato. La única diferencia que hallo, será que Jorge de Burgos ya no podrá usar tinta enveneada para mantener oculto el segundo libro perdido de Aristóteles...

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  5. Serán los virus los responsables de traducir los sentimientos más bajos de los enemigos del conocimiento y amos de la envidia descarnada. Siempre gracias por estar.

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